Llevaba tiempo sin escribir, básicamente porque no sabía qué contar que fuese interesante, metido en mi particular vorágine del día a día de Viafirma, tan lleno de árboles que no me dejan ver el bosque. Hace un par de días mantuve una breve charla con un buen cliente y mejor amigo, al que le fui poniendo al día… y al que no pude contestar adecuadamente cuando me inquirió ¿y por qué me entero de esto así, y no por vuestro blog, web o Twitter?.
Y como tiene toda la razón, me he decidido a escribir una serie de posts de opinión, relacionados con este mundo de la firma electrónica, tan grande y pequeño a la vez. Cuando me refiero a posts de opinión, quiero decir que son mis opiniones que no tienen por qué coincidir con la postura oficial de mi empresa 🙂
Creo que ese día a día, metido el ¿110%? de mi tiempo con temas de firma electrónica, me lleva a vivir en una realidad tan alternativa como ficticia, en mi propio Mundodisco donde la firma electrónica es algo de lo más normal y habitual en los habitantes de mi mundo: usar un certificado es tan normal como cocinar, ir de compras, hablar por el móvil o tener cuenta de Facebook. ¿Que no tú tienes certificado? ¿Que no te sabes el PIN de tu DNIe? ¡Anda ya!
Pero te paras, reflexionas, y te das cuenta de que a día de hoy realmente trabajamos para una minoría. Estoy convencido de que el mercado TIC de la firma electrónica va decididamente y de forma inexorable hacia arriba y forzosamente explotará, de la mano de una necesidad acuciante de eliminación del papel en los procesos empresariales, acompañado con el aumento de requisitos de seguridad. Pero lo cierto es que, al menos en España, las importantísimas inversiones tanto públicas (proyecto CERES, DNI electrónico, construcción de @plataformas a costes astronómicos…) como privadas no han hecho que el ciudadano de a pie utilice su certificado digital con la misma facilidad y tranquilidad que su cuenta de email o su firma de puño y letra. Ni siquiera se ha conseguido que el ciudadano medio sepa qué es esto de la firma electrónica y para qué sirve.
En todo caso, creo que para empezar el sector (principalmente las Administraciones Públicas pero también las empresas TIC) debe hacer autocrítica. A ver cómo se fideliza al usuario con complejísimos procesos de instalación, soluciones que sólo se comportan de una forma normal en los ordenadores de los desarrolladores y los funcionaros que aprueban su trabajo, applets que sólo funcionan bien en una combinación secreta de versiones de Windows XP, Java e Internet Explorer, bajo determinadas condiciones meteorológicas y en días de luna llena. En muchos casos, si tienes un ordenador nuevo con Windows 7 / IE9, si eres «un friki de Linux» o si tienes un Mac que te ha costado una pasta, olvídate, esto de la firma electrónica no es para ti [NOTA del autor: sin ánimo de publicidad, esto es algo que en Viafirma llevamos años combatiendo con éxito: eres igual de prioritario (y conseguirás firmar si el servicio que visitas se basa en Viafirma Platform) tengas Windows, Linux o Mac, uses Firefox, Chrome, Safari, Opera o IE, o incluso si quieres firmar con tu Android, iPhone o iPad, BlackBerry, tablets…].
El caso es que la gente se aburre de que todo sea tan difícil (¡normal!). Yo recuerdo empezar con esto de la firma electrónica como usuario, en 2001, para hacer la declaración de la Renta por internet con un certificado digital de la FNMT que me saqué; eran los tiempos de los teléfonos móviles con formato ladrillo. Precisamente en mi empresa por aquel entonces, Accenture (de aquella Andersen Consulting), había un proyecto estrella, CERES (FNMT), que reportaba una auténtica millonada anual [como curiosidad, si Viavansi hoy pinta algo en esto de la firma electrónica fue en buena medida gracias a los conocimientos de mi primera jefa en la empresa, que estuvo en ese proyecto].
Pues bien, en mayo de 2011 (10 años después), para poder presentar la declaración de la Renta con mi certificado tuve ¡más dificultades! que en 2001. Por supuesto descarté usar Mac OS X de inicio (si el servicio no tiene viafirma, ya ni lo intento). En una máquina virtual VirtualBox con Windows XP SP3, siguiendo los consejos de varios alquimistas tuve que instalar las librerías Capicom, ejecutar sentencias en consola DOS como administrador de la máquina, y finalmente lo conseguí. Como fui de los muy pocos en una empresa dedicada a firma electrónica que conseguí firmar, unos cuantos compañeros (entre ellos el propio Beni Galán que tanto escribe en este blog) se pasaron por mi puesto para presentar la renta.
10 años después, ya ni me acuerdo del aspecto del ladrillo GSM con el que me daba vergüenza hablar por la calle. Ahora tengo un par de cuentas de twitter, blog, teléfono con pantalla táctil y GPS, y en un pendrive de 10€ caben varios discos duros de mi ordenador de entonces… pero en algunos casos, realizar un trámite con certificado digital es igual o más complicado que en los inicios. Todo sea dicho, reconozco ser un usuario satisfecho de firma electrónica cuando gestiono mis citas con el médico con certificado, o extraigo un informe de vida laboral. Pero pocas más opciones tengo, o utilizo/necesito, para mi vida de ciudadano.
El sector profesional es probablemente el bastión del mercado de firma electrónica a día de hoy en España. Un ejemplo que nos toca de cerca es la Fundación Tripartita para la Formación en el Empleo, que usando en sus plataformas Viafirma como solución de firma electrónica, genera todos los años varios millones de transacciones con certificado digital, con una enorme disparidad de combinaciones de sistemas operativos, navegadores, tipos de certificados, versiones de Java… incluso dispositivos móviles. Pero se trata de una clientela profesional, que se esfuerza al máximo en esa presentación telemática porque es su pan: es la vía para obtener la bonificación de su actividad formativa (como anécdota, cabe destacar que, varios millones de firmas después, las realizadas con DNIe son meramente testimoniales). Hablamos de un público que necesita la firma electrónica para su día a día (como los empleados públicos que usan la firma electrónica), no del ciudadano normal que en la mayor parte de los casos no sabe que su DNI tiene un par de certificados dentro de un chip o no conoce su PIN.
Como último ejemplo de esta separación de mundos, quiero reseñar el reciente proceso de presentación de avales electrónicos para las próximas elecciones legislativas del 20-N (los partidos sin representación en la actualidad deben conseguir un mínimo de avales para poder presentarse en una circunscripción). Para empezar, me gustaría referenciar, por estar al 100% de acuerdo con él, a un post de Santi Casas (sin duda alguien a quien leer si quieres informarte sobre estos temas en España). En virtud del acercamiento de un par de partidos políticos interesados en poder recibir avales electrónicos, decidimos realizar un rápido desarrollo para crear la plataforma Avalando. Esta plataforma permitía a cualquier ciudadano rellenar un sencillo formulario que generaba un XML acorde al todavía más sencillo XML Schema publicado por la Junta Electoral Central. El aval en formato XML era firmado por el usuario que quería avalar al partido, obteniendo como resultado un aval firmado en formato XAdES enveloped. Como los requisitos técnicos eran triviales, nos pusimos manos a la obra y en un par de días teníamos una plataforma que generaba avales electrónicos que cumplían al 100% los requisitos de la JEC, publicada para los primeros interesados: Partido Andalucista y FAC, Foro Asturias Ciudadanos (el partido de Álvarez Cascos que ganó las elecciones autonómicas en su región).
La verdad es que había muy poco tiempo para la presentación de avales, pero los resultados bajo mi punto de vista fueron bastante pobres y son un fiel reflejo del tibio impacto de la firma electrónica en el día a día del ciudadano. El Partido Andalucista consiguió 101 avales (el 63% en Sevilla), y el FAC 60 entre Asturias y Madrid. Total: 161 avales con firma electrónica entre los dos partidos. Sensación agridulce, porque aún habiendo 161 valientes con convicciones democráticas y certificado digital, sin duda el monto de avales electrónicos es prácticamente ridículo comparándolo con los que estos mismos partidos consiguieron por la vía tradicional en papel. La parte dulce es que deduzco, leyendo el post de Santi Casas, que tuvimos al partido con más avales electrónicos de España 😀
Muy recientemente se ha dado otro pasito más para ayudar a generalizar el uso de la firma electrónica en España: los usuarios de Windows verán facilitado el uso del DNIe, ya que los drivers del mismo se instalarán automáticamente vía Windows Update. Pero sin duda eso no es más que un pasito adicional en una maratón.
Y aquí lo dejo, muchas gracias si has llegado hasta aquí. Continuaré con más posts relacionados con firma electrónica, seguro de que algún día no será un tema de minorías, pero siendo consciente de que para llegar a eso nos queda bastante tiempo por delante.